«En el pasado, Dios habló a nuestros antepasados por medio de los profetas en muchas ocasiones y de diversas maneras,
pero en estos últimos días nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien nombró heredero de todas las cosas,
y por quien hizo el universo.»
religión madre del bahaísmo, no consideraría ni podría considerar a Bahá’u’lláh como un profeta de Dios mayor que Mahoma. Asimismo, el cristianismo está comprometido con Cristo como «el camino, la verdad y la vida» (Juan 14:6, énfasis añadido; cf. Hechos 4:12).
Además, el bahá’í enseña que cada pocos cientos de años el espíritu y los atributos de la divinidad se reflejan en un nuevo mensajero y manifestación de Dios. Cada revelador revela tanta revelación como los fieles estén dispuestos a recibir. Así, Moisés, Buda, Zoroastro, Confucio, Cristo, Mahoma y Krishna allanaron el camino hacia las revelaciones definitivas personificadas en el Báb y Bahá’u’lláh. La falacia, por supuesto, es que los reveladores y sus revelaciones entran directamente en conflicto. Por ejemplo, Moisés era ferozmente monoteísta mientras que Zoroastro y Krishna eran politeístas. Asimismo, el Corán condena la afirmación de Cristo de ser el Hijo de Dios como el pecado imperdonable del shirk. Lógicamente, los mensajeros y las manifestaciones pueden estar todos equivocados, pero no todos pueden tener razón.
Por último, el bahá’í niega explícitamente las afirmaciones de verdad objetiva del cristianismo, como la Trinidad, el nacimiento virginal, la encarnación, la resurrección y la segunda venida de Cristo. Además, mientras que el Báb decía que Bahá’u’lláh era el mensajero y la manifestación por excelencia de Dios -el «Más Amado» y «el Deseado del Mundo»-, la Biblia afirma que Cristo es «la representación exacta de Dios» (Hebreos 1:3) en quien «habita toda la plenitud de la Deidad en forma corporal» (Colosenses 2:9).