A la luz de los acontecimientos actuales, me encuentro dando gracias al cielo por vivir en Canadá y no en Ucrania, Rusia, Siria o China, y la lista continúa. Si no es un acontecimiento meteorológico catastrófico, es la guerra, la violencia racista o un tratamiento médico insuficiente, lo que llega a los titulares de algún lugar del mundo. Sé que Canadá tiene sus propios problemas, pero tenemos mucho que agradecer.
Así que digo «¡gracias al cielo!» Pero, ¿qué significa eso realmente? ¿Debería decir otra cosa?