Para muchos cristianos puede resultar algo curioso y hasta contradictorio que la reina Isabel también haya sido nombrada como defensora de la fe y gobernadora suprema de la Iglesia Anglicana. En este caso, ahora pasará a hacerlo su hijo, el rey Carlos Tercero. ¿Cómo es que una mujer que nunca fue el líder espiritual, tampoco tenía una formación o carrera dentro de la Iglesia Cristiana de Inglaterra, terminó siendo nombrada como defensora de la fe y cabeza de la Iglesia Anglicana?
En primer lugar, la Iglesia Católica Romana tenía la autoridad suprema sobre el cristianismo en Reino Unido. Sin embargo, el rey Enrique Octavo, por intereses personales, renunció a la autoridad espiritual del papado en 1534 y se autoproclamó máxima autoridad de la Iglesia de Inglaterra o Iglesia Anglicana. Es así como la reina Isabel Segunda también heredó el título de gobernadora suprema de la Iglesia de Inglaterra.
Durante su coronación, la reina debía ser ungida por el arzobispo de Canterbury. Además, debió hacer el siguiente juramento: «mantener y preservar inviolablemente el asentamiento de la Iglesia de Inglaterra y la doctrina, el culto, la disciplina y el gobierno». También, como gobernadora, la reina nombra arzobispos, obispos y decanos de la Iglesia de Inglaterra, quienes luego hacen un juramento de lealtad y rinden homenaje a su majestad.
¿De qué forma la reina tenía influencia sobre las doctrinas aprobadas por la Iglesia Anglicana? Cuando el sínodo de la Iglesia se reúne para modificar o crear alguna legislación para la Iglesia, la reina tiene el poder de hacer sanciones. Además, una vez aprobados los reglamentos, se presentan a la reina para su promulgación mediante licencia real, con el asesoramiento del ministro de interior.
Un dato interesante es que, aunque la reina Isabel también reinó sobre Escocia, el título de gobernadora suprema de la Iglesia no era aceptado en Escocia. Esto se debe a que la Iglesia de Escocia es una iglesia presbiteriana que reconoce únicamente a Jesucristo como rey y cabeza de la Iglesia. Esto quiere decir que cuando la reina asistía a los servicios de la Iglesia en Escocia, lo hacía como miembro ordinario.
Otro dato interesante es que la reina era ecuménica. Debido a sus funciones como reina, ella tenía que celebrar la diversidad religiosa. Por esa razón, la reina y el duque de Edimburgo se reunieron y recibieron a los líderes de numerosas religiones y denominaciones, y visitaron muchos lugares de culto diferentes en el Reino Unido. Para conmemorar el Jubileo de Diamante en 2012, la reina y el duque de Edimburgo asistieron a una recepción multiconfesional, a la que asistieron los líderes de otras ocho religiones en el Reino Unido.
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