Durante el mes de septiembre se celebra en República Dominicana y en otros países de Latinoamérica el Mes de la Biblia. En este artículo especial, conoceremos cómo fue introducida la Biblia a esta isla caribeña. Para ello, presentamos la siguiente reseña histórica elaborada por el periodista dominicano Luis Alberto Díaz.
La Biblia ha estado presente en nuestro suelo desde que los españoles nos descubrieron el 5 de diciembre de 1492. Cristóbal Colón, quien fue un lector de las escrituras y las cuales le influenciaron para su aventura marina en la búsqueda de un nuevo mundo, de seguro trajo la suya personal dentro de su equipaje. El 6 de enero de 1494 se celebró la primera misa católica en la isla, en La Isabela, por el sacerdote Bernardo Boyle, quien obviamente había utilizado un ejemplar de la Biblia. Desde entonces, el libro sagrado tuvo una presencia no organizada con monjes o colonizadores.
Hasta que se desarrolló la llamada Guerra de los Mares, tierra, Francia, Dinamarca, Holanda y otros le disputaban los nuevos territorios a España. Los marineros de esos países eran protestantes y en sus incursiones en la isla repartían Biblias no católicas, junto con el contrabando de otros artículos. La corona española, preocupada por esas Biblias que llamaban herejes, escritas en latín vernáculo, en una ocasión las mandó a recoger y quemaron unas trescientas en la plaza de Santo Domingo, de manera organizada.
La presencia de la Biblia está relacionada con la llegada de los primeros misioneros metodistas wesleyanos procedentes de Inglaterra, asentados como misión en Puerto Plata y luego en Samaná. Primero, esos misioneros se establecieron en Haití. Dos grupos inmigrantes hicieron sus grandes contribuciones a que la Biblia se leyera en la isla de Santo Domingo. El gobierno haitiano de ocupación auspició la llegada de ciudadanos negros norteamericanos para poblar las regiones y se fue a Pensilvania, EE.UU., donde varios miles en iglesias metodistas. Muchos murieron, otros regresaron, pero otros lograron adaptarse. El principal núcleo echó raíces en Samaná, donde permanecen sus descendientes. El otro grupo procedió de las islas inglesas del Caribe, traído para trabajar en la próspera industria azucarera y los ingenios del este. Son los denominados ingleses o cocolos. Se dice que esos inmigrantes trabajaban con el machete en la mano y con su Biblia debajo del brazo. Eran gente honesta, radicales en la crianza de sus hijos y estricta en la asistencia a sus iglesias y en la transmisión de su fe a sus descendientes.
La Biblia influenció los ideales de los forjadores de la nacionalidad dominicana, con Juan Pablo Duarte a la cabeza. Duarte tuvo la inspiración de las sagradas escrituras, pensó en Dios antes que en la patria y la libertad. Creó La Trinitaria y así lo plasmó en el juramento, la cruz en la bandera y el libro de los evangelios en el escudo nacional. Abierto en Juan 8:32, es parte de nuestra historia y responsable de que seamos un país cristiano, a pesar de los nuevos tiempos de humanismo y secularismo.
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